Elevación sobrenatural
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   Es la situación concedida por Dios al hom­bre de estar destinado a una vida divina, por encima de todas sus capaci­dades naturales de criatura. Al nacer el hombre ya posee la capacidad para esa situación. Al venir al mundo con un mis­terioso pecado original, esa capacidad se halla bloqueada. El Bautismo, en virtud de los méritos redentores de Cristo, le restituye la vida sobrenatural, es decir la gracia y el destino eterno.
   Ese don fue original en el paraíso. Dios creó al hombre con una naturaleza destinada a ser superada por la "sobrenaturaleza", tal como lo enseñó siempre la Iglesia. El Concilio Vaticano I decía: "Dios por su infinita bondad ordenó al hombre a un fin sobrenatural, esto es a participar en los bienes divino que superan toda capacidad de comprensión de su inteligencia humana." (Denz. 1786)
   Al colocarle en el paraíso, la doctrina de la Iglesia le presentó siempre como llamado o destinado a la salvación después de una prueba simbolizada en la prohibición de comer del árbol llamado del bien y del mal.
   Su pecado de desobediencia le hizo perder esa vida sobrenatural que poseía y recibió el castigo de la expulsión del paraíso, del trabajo peno­so y del alumbramiento de los hijos con dolor. Pero Dios le dejó una palabra de esperanza al prometerle el triunfo sobre la serpien­te, que la Iglesia entendió como vuelta a la amistad divina me­diante la redención de un salvador. (Gen 3.15)
   El concepto de elevación del hombre pues, en la teología tradicional, alude a la llamada divina a la vida sobrenatural y a la vida misma de esa naturaleza miste­riosa, que es la gracia en este mundo y por la visión del mismo Dios en el otro.Sólo por revelación divina hemos podi­do conocer ese misterio. Y, con senti­mientos de agradecimiento a Dios, hemos de vivir conforme a la dignidad grandiosa que implica. Educar al hombre para que viva sobrenaturalmente es uno de le deberes de todos los educadores